La aparición del fenómeno urbano
En los países del Oriente Medio, a partir del IV milenio antes de Cristo, se dio un nuevo salto en la historia de la Humanidad: el tránsito desde las pequeñas comunidades campesinas del Neolítico a las primeras ciudades conocidas.
Los núcleos de campesinos neolíticos eran pequeños grupos de hombres, dedicados básicamente a la agricultura y ganadería, que cubrían todas sus demás necesidades con pequeñas actividades artesanas (carpintería, cerámica, tejido, etc.), realizadas por los mismos campesinos sin una dedicación exclusiva a ninguna de estas actividades. Estas comunidades campesinas debían tener formas de organización social, económica y política muy sencillas, como podrían ser hoy en día las de una aldea aislada que mantuviese escasas relaciones con el mundo exterior. Las primeras ciudades fueron núcleos mucho más poblados cuyos habitantes empezaron a especializarse en el trabajo (cada hombre sólo sabía realizar un tipo de actividad) y como consecuencia de ello las relaciones económicas, sociales y políticas entre los distintos grupos humanos, se hicieron a la vez más intensas y más complejas. El fenómeno urbano empezaba a manifestarse.
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