La polis de la época arcaica (siglos VIII-VII a.C.)
Los griegos del siglo VIII, tal como nos los presentan los documentos y la arqueología, formaban aún una sociedad típicamente rural basada casi exclusivamente en la agricultura y el pastoreo.
La riqueza casi única de esta sociedad era la tierra, una tierra montañosa y poco fértil, sólo apta para pobres e inseguros cultivos de secano. Las actividades artesanas y comerciales tenían en este mundo escasísima importancia. Los hombres más ricos y poderosos eran los grandes propietarios, dueños de grandes fincas cultivadas por esclavos, jornaleros o aparceros, sujetos todos ellos a la autoridad del dueño de la tierra. Existían también propietarios de fincas más pequeñas, siempre acorralados por la miseria (cosechas escasas e inseguras) y amenazados por las deudas que les llevaban a la pérdida de sus tierras y de su libertad.
Estos hombres se agrupaban en tribus, formadas por gentes que se suponían descendientes de un antepasado común, y en cada una de ellas dominaban los grandes propietarios. Pero la unidad política independiente no era la tribu, sino la polis. La polis griega era un grupo humano independiente que controlaba su territorio y no aceptaba la sumisión a ningún poder exterior. En general se trataba de grupos humanos, formados por varias tribus, reducidos, alrededor de 10.000 personas, ocupando un territorio pequeño, de entre 1.000 y 3.000 km. En estas polis el poder lo tenían los grandes propietarios por un doble motivo: por su riqueza y por su fuerza. Las polis se veían mezcladas con frecuencia en conflictos con las vecinas y, en este caso, todos los ciudadanos debían acudir a la lucha con las armas que poseían; ahora bien, dada la situación económica ya descrita resulta que los únicos guerreros bien armados (casco, coraza, escudo, grebas o polainas de metal, lanza, espada y carro de guerra) eran los ricos propietarios, por tanto, ellos eran quienes decidían siempre los combates.
Apoyándose en su fuerza y en su riqueza, estos guerreros -que se llamaban a sí mismos aristol (los mejores)- eran los que gobernaban en la polis. El instrumento de su poder político era el Consejo, del que sólo ellos podían formar parte, y que era el que decidía en cada momento cuál debía ser la actuación de la polis. Todos los ciudadanos normales formaban parte de la Asamblea, pero ésta se reunía muy pocas veces y su papel en el gobierno era puramente decorativo: se limitaba a aprobar lo que el Consejo proponía. Este sistema político recibió el nombre de oligarquía (palabra griega que significa gobierno de unos pocos).
En el marco de estas polis arcaicas se comprende que el ciudadano pobre no tuviera más posibilidad de mejorar que la emigración, y efectivamente, desde épocas muy antiguas, se sabe que importantes grupos de griegos salieron de sus tierras para buscar tierras mejores en las regiones del Bósforo y del sur de Italia.
La riqueza casi única de esta sociedad era la tierra, una tierra montañosa y poco fértil, sólo apta para pobres e inseguros cultivos de secano. Las actividades artesanas y comerciales tenían en este mundo escasísima importancia. Los hombres más ricos y poderosos eran los grandes propietarios, dueños de grandes fincas cultivadas por esclavos, jornaleros o aparceros, sujetos todos ellos a la autoridad del dueño de la tierra. Existían también propietarios de fincas más pequeñas, siempre acorralados por la miseria (cosechas escasas e inseguras) y amenazados por las deudas que les llevaban a la pérdida de sus tierras y de su libertad.
Estos hombres se agrupaban en tribus, formadas por gentes que se suponían descendientes de un antepasado común, y en cada una de ellas dominaban los grandes propietarios. Pero la unidad política independiente no era la tribu, sino la polis. La polis griega era un grupo humano independiente que controlaba su territorio y no aceptaba la sumisión a ningún poder exterior. En general se trataba de grupos humanos, formados por varias tribus, reducidos, alrededor de 10.000 personas, ocupando un territorio pequeño, de entre 1.000 y 3.000 km. En estas polis el poder lo tenían los grandes propietarios por un doble motivo: por su riqueza y por su fuerza. Las polis se veían mezcladas con frecuencia en conflictos con las vecinas y, en este caso, todos los ciudadanos debían acudir a la lucha con las armas que poseían; ahora bien, dada la situación económica ya descrita resulta que los únicos guerreros bien armados (casco, coraza, escudo, grebas o polainas de metal, lanza, espada y carro de guerra) eran los ricos propietarios, por tanto, ellos eran quienes decidían siempre los combates.
Apoyándose en su fuerza y en su riqueza, estos guerreros -que se llamaban a sí mismos aristol (los mejores)- eran los que gobernaban en la polis. El instrumento de su poder político era el Consejo, del que sólo ellos podían formar parte, y que era el que decidía en cada momento cuál debía ser la actuación de la polis. Todos los ciudadanos normales formaban parte de la Asamblea, pero ésta se reunía muy pocas veces y su papel en el gobierno era puramente decorativo: se limitaba a aprobar lo que el Consejo proponía. Este sistema político recibió el nombre de oligarquía (palabra griega que significa gobierno de unos pocos).
En el marco de estas polis arcaicas se comprende que el ciudadano pobre no tuviera más posibilidad de mejorar que la emigración, y efectivamente, desde épocas muy antiguas, se sabe que importantes grupos de griegos salieron de sus tierras para buscar tierras mejores en las regiones del Bósforo y del sur de Italia.
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