La Revolución Industrial
La Revolución Industrial tuvo su origen hacia 1770 cuando la industria textil comenzó a mecanizarse coincidiendo con la utilización de la fuerza del vapor y de la siderurgia que fueron utilizadas para acelerar la productividad.
La revolución industrial representa uno de los cambios más notables de la historia de la humanidad, pues contribuyó de manera decisiva a transformar radicalmente la estructura social de la época, dando lugar a lo que hoy se conoce como "sociedad occidental", consecuencia directa del desarrollo industrial. Según algunos pensadores, este acontecimiento ha supuesto un cambio rotundo en la convivencia social, sólo comparable al que se produjo en la revolución neolítica.
Las transformaciones sociales que tuvieron lugar con la revolución industrial fueron similares en la mayoría de los países que participaron de ella: crecimiento demográfico, urbanización, cambios en la organización familiar, burocratización, ruptura de las estructuras sociales jerárquicas tradicionales, secularización, etc. Se produjeron al cambiar, mediante la utilización de la ciencia y de la tecnología, los procesos de producción de los recursos que eran necesarios para sobrevivir. Estos cambios dieron lugar a la aparición de las empresas como instituciones económicas separadas de la familia, diversificando y dividiendo el trabajo, según el lugar donde se realizara, y ocasionando una nueva situación económica.
Las fábricas aumentaron la productividad del trabajo, lo que hizo que se incrementar el consumo y la demanda por habitante. Por eso, la riqueza de los países industrializados creció por encima de las necesidades de su población, lo que originó un giro histórico definitivo en la economía mundial. Frente a la "sociedad militar", propia del feudalismo, surgió el concepto de "sociedad industrial", acuñado por Saint-Simon en 1816 y apoyado por Comte y Spencer. Otros autores, como Durkheim, contraponen ese concepto al de "sociedad tradicional".
La estrecha relación que surge en la sociedad industrial entre economía y vida social es la causa de las profundas transformaciones que se producen en cuanto a satisfacción de necesidades humanas, transporte, mercancías, comercio y servicios en general, siendo mayores éstos cuanto más industrializada está la sociedad, según han ido surgiendo innovaciones técnicas que han permitido diferentes ciclos de desarrollo y diferentes etapas en la revolución industrial.
La industrialización, como la urbanización a la que está unida, es un cambio social a escala masiva. Abarca el cambio económico de la agricultura a la manufactura; de la tierra a la fábrica. Evidentemente, este cambio económico entraña alteraciones en los centros de poder económico, en la formación del capital, en la composición de las fuerzas de trabajo, en la estructura del crédito, etc. Están implícitos una serie de cambios críticos en la educación, en la estructura familiar, en la estructura de clases, en las formas políticas, en los valores y las creencias sociales. La dieta se altera gradualmente, así como la distribución del gasto y del consumo. Las prácticas sanitarias cambian. Se introduce una serie de cambios psicológicos, y se crean nuevas actividades hacia la disciplina, el trabajo, el ocio y las aspiraciones. Es decir, se forja una nueva forma de vida.
L. Reissman, El proceso urbano
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