Los reyes asirios impusieron su dominio en el Próximo Oriente en los siglos IX y VIII a.C. Su imperio consistía en una brutal explotación de los pueblos vencidos apoyada en una política de verdadero terror. En este relieve del palacio de Kalah, que se conserva en el British Museum, aparece el rey Assurnasirpal II (883-859 a.C.) protegido por una divinidad alada. Este rey asirio, junto con su hijo, practicó una política de pillaje sistemático en los territorios vecinos; más que la conquista les interesaba la rapiña pura y simple, convertida en medio de vida para el rey y sus guerreros.Una sola expedición contra las ciudades de Siria les proporcionó: 30 kg de oro, 200 de plata, 3.000 de estaño, 3.000 de cobre y 10.500 de hierro. El palacio de Kalah fue construido con el fruto de estos botines y en sus relieves el rey presume de la crueldad refinada con que trataba a los que no se avenían a dejarse despojar.
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