Caracteres del pueblo persa
Los persas, unidos a los medos, eran un pueblo de pastores, de lengua indoeuropea, que recorrían las llanuras del centro de Eurasia hasta que en el II milenio a.C. iniciaron su sedentarización instalándose en las mesetas del Irán. Sin embargo, éste era un país pobre y estepario, en el que la agricultura siempre ha sido muy precaria, pero esto los persas conservaron durante mucho tiempo su carácter de pastores pobres. Aun después de su instalación en el Irán, los persas continuaron agrupándose en tribus -grandes grupos familiares descendientes de un antepasado común- dirigidas por los miembros de las familias más ricas y poderosas -los nobles- que se transmitían, por herencia, riqueza y poder.
El jefe del pueblo persa era un rey -cargo hereditario dentro de una familia noble- cuyo poder no era absoluto; en efecto este rey debía asegurarse el apoyo de los nobles: combatía junto a ellos como guerrero y repartía con ellos el botín, sólo así conseguía que los nobles le juraran fidelidad. Durante el Imperio el título de rey estuvo en manos de la familia de los Aqueménidas que lograron aumentar su poder político, aunque nunca pudieron prescindir del apoyo de los grandes nobles.
El pueblo persa, asentado en las tierras esteparias del Irán, observaba con codicia las ricas tierras de Mesopotamia. El imperio asirio sufrió varias veces el ataque de los guerreros persas a los que consideraban un pueblo de nómadas ladrones y turbulentos.
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