Originalidad religiosa del pueblo persa
Los persas, como otros pueblos indogermanos, adoraban a múltiples divinidades que venían a ser encarnaciones de fuerzas naturales; se conoce el nombre de algunas de ellas: Mitra, Anahita y, el más poderoso, Ahura-Mazda.
Pero hacia el siglo VII a.C. aparece entre los persas un profeta, Zarathustra, que intenta depurar esta religión primitiva con una doble aportación:- El monoteísmo
- La preocupación por la conducta moral de los hombres
Zarathustra predicó a los iranios la existencia de un único dios creador y omnipotente, Ahura-Mazda, un dios que no aceptaba ni templos, ni sacrificios, ni sacerdotes; porque lo que debía caracterizar al adorador de Ahura-Mazda, según Zarathustra, era una correcta conducta moral. El profeta concebía la realidad como una lucha cósmica entre dos fuerzas contrapuestas: el bien y el mal; el hombre es espectador de esta lucha en el mundo y, a su vez, sienta que ésta se desarrolla en su propio interior. Ante esta lucha el hombre no debe permanecer neutral, es preciso que se comprometa en ella apoyando siempre al bien; sólo así podrá afrontar el juicio final con la esperanza de lograr una felicidad eterna.
La predicación de Zarathustra influyó fuertemente en la religiosidad del pueblo persa y contribuyó a la elaboración de una nueva religión: el mazdeísmo, en la que se funden las ideas de Zarathustra con algunos elementos de la religión primitiva persa. La divinidad máxima del mazdeísmo era Ahura-Mazda, un dios creador y omnipotente que exigía del hombre una fidelidad basada en el rechazo de la injusticia y de la mentira. Pero esta divinidad no eliminó a los otros dioses, que subsisten, incluso el principio del mal, Ahrimán, fue divinizado y se le atribuyeron una fuerza y unos poderes comparables a los de Ahura-Mazda. Estos dioses eran objeto de culto y se les ofrecía sacrificios.
El mazdeísmo se convirtió en la religión oficial del imperio persa que, a partir del siglo III d.C., fue restaurado por la dinastía sassánida. Estos reyes, para afianzar su poder, impusieron el mazdeísmo como religión única en sus dominios y crearon un cuerpo de sacerdotes que llegó a disponer de grandes riquezas y de mucho poder.
En el año 614 a.C., medos y persas, aliados al rey de Babilonia, contribuyeron a la destrucción del imperio asirio. En 539 a.C., el rey persa Ciro conquistaba Babilonia e iniciaba la creación de un imperio que se sostuvo hasta que en el año 331 a.C., Alejandro Magno derrotaba en Arbelas a Darío III, el último emperador persa.
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