Las tensiones económicas del siglo XVI
1) Castilla financia la política imperial
La formidable empresa imperial de Carlos V sería afrontada, en principio, con los modestos recursos del presupuesto de la Corona castellana. Después, con los recursos de América: entre 1521 y 1544 llegaron a Europa 90.000 kgs de plata. Entre 1581 y 1600 la cifra subió a 419.000. Pero como el oro americano no basta, se hipotecarán los bienes de Castilla: los Maestrazgos, las minas de Almadén... Y así, en 1558 Felipe II declara la bancarrota de la Hacienda Española, a la que seguirán otras en 1563, 1574 y 1596.
El problema del oro americano ha sido estudiado por el investigador norteamericano Hamilton, que analiza el impacto de la llegada a España de metales preciosos, produciendo una gigantesca alza de precios.
Los salarios, en consecuencia, crecen sin alcanzarlos nunca y sin permitir un margen de beneficios para la reinversión industrial. Ésta, que no es una causa exclusiva y debe ponerse en relación con la actuación política de los Austrias y las mentalidades sociales del país, es una de las razones de la decadencia en el XVII.
2) La expansión económica
Desde los Reyes Católicos, y sobre todo, desde principios del XVI, hay un ascenso económico hasta mediados de siglo, en que comienza un cambio de coyuntura de extraordinaria agudeza. La agricultura crece por la demanda americana. La Mesta, fuertemente protegida, se desarrolla con la exportación de lana.
En la industria se vive una época de extraordinario auge. Sólo la industria pañera disponía de 50.000 trabajadores en miles de telares, incluso se dan pragmáticas ordenando apresar mendigos y vagabundos para las fábricas, ante el hecho de no dar abasto en la producción. La loza se exporta también y llega a haber disposiciones que nos hablan de falsificación de marcas españolas en el extranjero, sobre todo de las fábricas de Segovia. En Ocaña, se producirán anualmente 125.000 pares de guantes para la exportación. Las espadas de Toledo eran famosas en todo el mundo, particularmente en Inglaterra. En el País Vasco, según Navaggiero, el valor de la producción de hierro en 1528 era de casi un millón de ducados. Se exporta lana, sal, paños, aceite, cochinilla para tintes, hierro, cueros... Se importan tejidos finos, papel, pescado en conserva..., dentro de un activísimo tráfico mercantil internacional, cuyo centro es Sevilla. La costa andaluza y el País Vasco son regiones de importantes astilleros.
3) El cambio de coyuntura y el inicio de la depresión
¿Qué ocurre entonces en este país en ascenso económico, árbitro de la política europea, el único con un inmenso imperio y a donde llegan anualmente toneladas de oro y plata?
Ocurren dos cosas: el endeudamiento de la hacienda pública para el mantenimiento de la política imperial y el alza de precios por la riada de oro que llega de América. A mediados de siglo, cualquier producto manufacturado es más barato en el extranjero que en España. El alza de precios que no permite capitalizar y reinvertir y, por otro lado, la angustiosa demanda por parte del Estado de todos los recursos financieros, hace que el poco dinero disponible sea más cómodo invertirlo en préstamos al Estado. Ésta es una de las causas de la decadencia de la banca de Medina del Campo, que no invierte en comercio o industria porque todo lo presta a los reyes. Los grandes banqueros europeos están esperando cada año los barcos cargados con el oro americano, que pasa directamente a sus arcas. Los impuestos de la hacienda española son recaudados también directamente por ellos.
Junto a la llegada de metales preciosos, hay que situar el crecimiento de la presión fiscal. Los impuestos se convierten en abrumadores. Y como los nobles y la Iglesia están exentos de ellos, la incipiente industria no lo puede soportar: he aquí una dificultad más para encontrar capital que reinvierta. Por último hemos de señalar la falta de mentalidad económica del país. A nivel superior asistimos a disposiciones de Cortes tan disparatadas como las de 1548, que solicitan del rey que se importen todos los productos que sean más baratos que en España (es decir, casi todos). A nivel individual, no hemos de dejar a un lado la peculiar psicología hispánica en relación con el trabajo.
En la agricultura, finalmente, la repercusión del alza de precios produce una elevación tan grande del valor de los productos agrícolas, que no tienen venta. Ello se agrava, también a mediados de siglo, cuando se van restringiendo las exportaciones a América al irse autoabasteciendo los territorios coloniales conforme se consolida la conquista. Todo ello produce hambre y falta de subsistencia, que obliga a grandes importaciones de trigo. También el alza de precios afecta a la Mesta, que sin posibilidad de vender al extranjero y con los telares españoles arruinados, ve descender radicalmente el número de cabezas de ganado. La expulsión de los moriscos por último, entre 1608 y 1614, despuebla dramáticamente los campos de Aragón y Levante.
Comentarios
Publicar un comentario