Rasgos básicos de la civilización hindú: el hinduismo
Sería mutilar la realidad decir que el hinduismo es una religión; en realidad se trata más bien de una forma de concebir el mundo y la vida, apoyados, eso sí, en una base religiosa.
El hinduismo se formó en un período muy largo y fue el resultado de la fusión de una serie de elementos anteriores reelaborados por los brahmanes entre los siglos VI a.C. y V d.C.
Veamos cuáles son estos elementos anteriores que se fundirán en el hinduismo:
- Las divinidades primitivas arias (Rudra, el viento; Agni, el fuego; Huchas, la aurora; Indra; Varuna...) fueron lentamente abandonadas por los brahmanes, para ser sustituidas por una fuerza divina única -Brahma- que se identificaba con la realidad más íntima de todos los seres, incluido el hombre.
- Sin embargo, las capas populares siguieron rindiendo culto a divinidades, cuyo origen era seguramente anterior a los arios, y entre ellas destacaban: Siva (dios de los agricultores) y Vichnú (dios de los guerreros).
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El arte brahmánico crea los tipos de las divinidades clásicas hindúes, entre los que destaca el del dios Siva. A Siva se le representa en forma de figura masculina y, normalmente, con varios pares de brazos. La imagen representa a Siva en una danza incesante, que es el símbolo de su continua actividad. |
- Una creencia profundamente arraigada entre los hindúes era la de la eterna reencarnación de todos los seres; de acuerdo con esta idea todos los seres vivos poseían una realidad -algo así como un alma- que no desaparecía con la muerte sino que, tras ella, se reencarnaba en un nuevo ser.
Estas divinidades eran objeto de un culto muy bien reglamentado que realizaban los brahmanes y, dentro del cual, se englobaba y reglamentaba toda la vida social hindú: nacimiento, boda, fiestas...
Por otra parte, arrancando de la vieja creencia en la reencarnación, los brahmanes elaboraron una doctrina que está profundamente arraigada en el alma hindú y que implica toda una concepción del mundo y de la vida. Según esta concepción el hombre individual está formado por una porción de ser destinado a reencarnarse eternamente. La forma de vida en la que el ser se reencarna depende de su actuación en la vida anterior, pero, en el fondo, sea cual fuere su nueva forma de vida, ésta siempre implica sufrimiento: reintegrarse a la vida es reintegrarse al mal.
Pero este reintegrarse es casi ineludible porque es una consecuencia inevitable de la actuación anterior. ¿Existe alguna posibilidad de escapar a esta cadena de vida y de mal? El hinduismo cree que el hombre tiene una forma de escapar a este ciclo eterno de reencarnaciones; según esta creencia, la ascesis (penitencia, ayunos, continencia sexual, dominio del propio cuerpo...) conduce al hombre por un camino de purificación que le permitirá llegar, por medio de la meditación, a establecer contacto con la forma más perfecta de ser que existe: Brahma. Así puede escapar el hombre al ser propio de este mundo, que es esa cadena de mal y de dolor, y llegar a participar en una forma de ser mucho más perfecta.
En el fondo de esta concepción del mundo yace una exaltación del no hacer, de la pasividad, que han sido considerados siempre propios del pensamiento hindú; esto se basa en la convicción profunda de que el hombre cuando actúa hace necesariamente el mal y que, la única forma de escapar al mal, consiste en no actuar.
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