El budismo

Si queremos entender muchos de los aspectos de la civilización del Extremo Oriente necesitamos conocer algo del budismo. Esta doctrina, extendida desde la India hasta el Japón en una franja de terreno que cubre muchos miles de kilómetros, resulta tan básica para comprender aquel mundo como lo puede ser el cristianismo para la comprensión de la civilización europea.

El budismo no es precisamente ni una religión ni un sistema filosófico, es, ante todo, una doctrina de salvación, que analiza a fondo el sufrimiento humano y se propone, de alguna forma, remediarlo.


1. Buda

El fundador del budismo, conocido por el sobrenombre de Buda -que significa "el que ha despertado a la realidad"- nació a mediados del siglo VI a.C. en Kapilavastu, una pequeña aldea nepalí situada al pie del Himalaya. Era hijo de un noble no muy rico que pertenecía a una familia de brahmanes. Además de por su sobrenombre -Buda- se le conoce con los de Sakyamuni, que significa "el sabio de los sakya", pueblo al que pertenecía, y el de Gotama, nombre de su familia.

Cuando era aún muy joven Sakyamuni abandonó su familia e inició una vida errante dedicada a la meditación, alimentándose de limosnas (esta forma de vida era bastante corriente en el Indostán de aquella época).

Sus reflexiones se centraron en un problema clave: la vida resulta una larga serie de sufrimientos; ¿existe algún remedio para semejante situación? Un día, sumergido en una profunda meditación, Sakyamuni sintió que su mente se iluminaba e intuyó el sentido total de la vida y del sufrimiento. He aquí los puntos básicos de su intuición:

a) En una especie de visión profunda llegó a recorrer todas las vidas que había vivido anteriormente en el largo proceso de sus reencarnaciones; en todas ellas sólo descubrió el sufrimiento.

b) Después llegó a comprender que este dolor que acompaña a la vida de todos los seres no es gratuito, sino que es siempre la consecuencia de actos que fueron realizados por el que los sufre en sus vidas anteriores.

c) Por fin vio que el sufrimiento es siempre una consecuencia de las pasiones y que la verdadera salvación exige del hombre una total anulación de sus pasiones y deseos. Al llegar a la comprensión de esta verdad fundamental, Sakyamuni se dio cuenta de que "había despertado por fin" y de que tras este descubrimiento ya no volvería a renacer, sino que, después de su muerte, entraría en un estado de paz eterna (el llamado nirvana).

A partir del momento de su iluminación, Buda empezó a predicar explicando su descubrimiento y pronto fueron varios los hombres que se convirtieron en discípulos suyos. Los seguidores de Buda empezaron a agruparse formando comunidades de monjes, dedicados a meditar y a divulgar la doctrina budista por el norte del Indostán. A principios del siglo V a.C. (¿480?) murió Buda, rodeado de sus discípulos, en la localidad de Kushinagara, cerca de Patna, en el nordeste de la India.


2. La doctrina budista

La doctrina budista es una elaboración de las ideas de Buda, a veces perfiladas por sus discípulos. Resumiremos los puntos más importantes de dicha doctrina:

a) El budismo parte de la idea de la maduración de los actos humanos; a través de ella los budistas reelaboran la teoría hindú de la reencarnación de los seres vivos, haciendo hincapié en la responsabilidad moral de los hombres. Esta teoría es una reacción frente a la creencia corriente de la época de Buda, de que, para asegurarse la reencarnación en una vida más feliz, al hombre le bastaba con hacer sacrificios a los dioses y obsequios a los sacerdotes. Este creencia era alimentada por los brahmanes que ejercían las funciones sacerdotales en la sociedad hindú. Buda opuso a esta concepción mágica de los mecanismos de la reencarnación, una visión moral; según él, los actos humanos, si son realizados de forma libre y consciente, vienen a ser como frutos que maduran y caen sobre su propio autor. Esta maduración es, según el budismo, lenta y el hombre recoge, en su vida presente, el fruto de actos que realizó en sus vidas anteriores.

También de acuerdo con esta teoría el hombre cosechará, en sus vidas futuras, felicidad -si ahora realiza actos buenos- o sufrimientos -si ahora actúa en forma reprobable.

b) La doctrina moral del budismo se basa en un estudio muy detallado de la conducta humana. Buda analiza exhaustivamente lo que él considera que son las raíces del sufrimiento: el deseo o codicia, el odio o mala voluntad y el error. De estas raíces derivan múltiples ramificaciones (pasión amorosa, cólera, duda, envidia, pereza, avaricia, afán de molestar,...) que empujan al hombre a obrar mal, del cual derivan el dolor propio y el de los demás. Las malas acciones, que son manifestaciones de las pasiones, son, para el budismo, especialmente diez: asesinato de un ser vivo, robo, conducta sexual ilícita, mentira, calumnia, injurias de palabra, conversación frívola, malquerencia, opinión equivocada y deseo de poseer objetos.

En resumen los budistas describen al hombre como un deseo insaciable de objetos que, sin embargo, no pueden saciarle; esta continua tensión entre el deseo y la imposibilidad de satisfacerlo es, según el budismo, una fuente continua de mal y de dolor para el hombre.

c) ¿Qué clase de salvación es la que ofrece el budismo al hombre? Los budistas creen que, para que cese el dolor es preciso que cese la vida y, con ella, el ciclo de las reencarnaciones. Es la entrada en el nirvana, el que presintió Buda, a lo que aspira el budismo. Ahora bien, ¿qué es el nirvana? Los budistas reconocen que resulta difícil describirlo con elementos positivos; ellos lo conciben como una etapa de descanso y de paz que no es, desde luego, una nueva vida pero que tampoco es una aniquilación. El nirvana es, según los budistas, una liberación eterna del dolor y del mal, y querer concretar más sus características resulta, según ellos, ocioso e inútil.

d) ¿Cómo se consigue, según el budismo, esta salvación? Buda dedicó buena parte de su predicación a explicar cuál es el camino que conduce a la salvación. En esencia consiste en un conjunto de métodos de meditación -para evitar el error- y de autocontrol -para dominar las pasiones.


3. Los seguidores de Buda

El camino predicado por Buda fue pensado para personas que decidían abandonar la vida ordinaria y agruparse entre ellos creando comunidades de monjes. Estos monjes budistas, que existen aún hoy en día, reparten su tiempo entre unos períodos en los que practican la meditación y la autodisciplina en los monasterios y otros dedicados a predicar y a pedir limosnas fuera de ellos. Este alejamiento se considera una condición necesaria para avanzar en un camino de purificación que libera a los hombres de malos pensamientos y de malas acciones.

Este largo camino puede llevar, al discípulo de Buda, a través de múltiples reencarnaciones, a convertirse en bodhisattva; entonces estará próximo a "despertar", como le ocurrió a Buda. El bodhisattva en todas sus reencarnaciones, tanto si es como hombre como si es como animal, se distinguirá ya siempre por practicar las virtudes búdicas hasta grados de verdadero heroísmo. Por fin, en su última reencarnación, el bodhisattva revive todas las incidencias de la vida del verdadero Buda y por fin, cuando muere, entre en el nirvana.

Sakyamuni no olvidó en su predicación a los hombres y mujeres que no se decidían a dejas sus ocupaciones y entrar en una comunidad monacal. Él creyó que, sin abandonar su vida ordinaria, los fieles budistas podían iniciar un largo camino que los conduciría, también a través de sucesivas reencarnaciones, a la salvación. Para iniciar este camino se recomienda a los fieles laicos el abstenerse de las cinco malas acciones fundamentales: asesinar, robar, tener relaciones sexuales ilícitas, mentir y tomas bebidas excitantes. El fiel que evita estas acciones y ayuda a los monjes con sus limosnas ya ha iniciado, según Buda, el camino que lleva a la salvación.


4. El culto búdico

La predicación de Buda no incluía elementos propiamente religiosos: culto, sacrificios, templos... Pero al poco tiempo de su muerte surgió una corriente popular entre los laicos, que empezó a rendir culto a las reliquias de Buda. Estas reliquias, conservadas en las stupas, eran consideradas talismanes. Idéntico culto se rindió a los restos de los principales discípulos de Buda. Los monjes budistas no pudieron evitar este proceso que era totalmente opuesto al espíritu de su doctrina; tan sólo procuraron, y no siempre con éxito, que Buda no acabara convertido en una más de las divinidades del panteón hindú.

La difusión del budismo fuera de la India, hacia Indochina, China, Asia Central y Japón, desvirtuó no pocos de los elementos del pensamiento de Buda que, sin embargo, fue conservado con bastante pureza por las comunidades de monjes, especialmente en el Tibet y en Indochina.

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