La infancia en el siglo XVIII

Los niños eran bautizados al día siguiente de su nacimiento y a partir de este momento se iniciaba la infancia. Durante la primera infancia, el niño vivía envuelto de forma hermética en mantas y pañales.
La higiene era muy deficiente. A los niños no se les lavaba el pelo para que la grasa les protegiera la cabeza y sólo se les cambiaba el pañal una o dos veces al día. La alimentación en esos primeros momentos de la vida consistía en leche, preferentemente materna, y si esto no era posible, se recurría a una nodriza. En muchos casos se empleaba leche de vaca y, sobre todo, de cabra. Las papillas se introducían muy pronto.
Estas prácticas contribuían a incrementar la mortalidad infantil y fueron criticadas por los ilustrados, que eran partidarios de una mayor higiene y recomendaban cambiar de pañales con más frecuencia, así como el baño diario con agua tibia.
A partir de los siete años, los niños de la nobleza y la burguesía acudían a la escuela, donde aprendían a leer y escribir y recibían nociones de cálculo. En el caso de los grupos sociales populares, las niñas se quedaban en casa con su madre, mientras que los niños aprendían el oficio del padre.

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