Los nuevos espacios geográficos
Ante los problemas para la expansión marítima por el Atlántico sur a causa de que sus rutas comerciales estaban controladas por Portugal, los Reyes Católicos se decidirán a aceptar la idea de Cristóbal Colón, que propone llegar a las Indias atravesando el Atlántico. El inesperado encuentro con América dará origen al gran Imperio Español ultramarino y sus ingentes aportaciones de oro y plata serán la base financiera de la actuación hegemónica en Europa.
1. Los planteamientos de la expansión ultramarina
Durante el siglo XV, Castilla y Portugal, unas veces de común acuerdo, la mayor parte en competencia, habían descendido por las costas atlánticas africanas atraídos por el azúcar, el marfil, los esclavos negros y, sobre todo, por el oro de Sudán. Pero mientras Castilla había tenido una época de turbulentas contiendas civiles y una amplia serie de problemas internos y externos, Portugal, en cambio, había construido sobre esa expansión comercial las bases de su identidad nacional y su singularización frente a los otros reinos ibéricos.
Las rutas mercantiles por el Mediterráneo estaban dominadas por los comerciantes italianos (sobre todo venecianos) y por los musulmanes; el ascenso turco, por otro lado, había hecho estas rutas peligrosas desde principios del siglo XV.
Cerrado el camino del Mediterráneo para llegar a las Indias y a las islas de las especias, los navegantes ibéricos buscarán una ruta que les lleve a esta zona comercial contorneando África. Las especias (pimienta, clavo, canela, nuez moscada) son elementos base de la alimentación europea, sobre todo por problemas de conservación de alimentos (carnes y pescados). Por otro lado, un aumento del gusto por el lujo, hace que sean codiciadas las sedas, las piedras preciosas, los perfumes, los productos todos de Oriente.
Pero cuando los avances técnicos (brújula, astrolabio, carabela) permiten alejarse de la costa y emprender grandes periplos, y cuando los avances científicos (conocimiento de la redondez de la Tierra) permiten adivinar nuevas posibilidades, ningún país europeo estará mejor preparado que los ibéricos.
2. La expansión portuguesa
Desde fecha muy temprana los portugueses poseían las Madeira y las Azores. A mediados de siglo, han llegado ya al Sahara y a las costas de Guinea. El Príncipe D. Enrique el Navegante había fundado una escuela de navegación y cartografía en Sagres. Y en la segunda mitad del siglo su avance es decisivo. Exploradores como Dionís Díaz, Cadamosto, Gómez, Diego Cao... avanzan más y más hacia el sur. En 1488, el gran navegante Bartolomé Díaz dobla el Cabo de las Tormentas, que llamará de Nueva Esperanza. Y por fin, en 1498, Vasco de Gama arriba a Calicut, en la India. Sin embargo, el panorama iba a cambiar de forma casi simultánea. Seis años antes de que Vasco de Gama llegara a la India, un navegante (seguramente genovés) al servicio de Castilla, Cristóbal Colón, había arribado a las costas de América.
Los portugueses crean un formidable imperio mercantil formado por un rosario de bases costeras de tipo comercial, casi sin aparato militar terrestre. Pero su potente marina barre a cañonazos las frágiles naves musulmanas que comerciaban en el Índico, del que se hacen los dueños. Portugal se apodera de Ormuz y Adén y vitaliza al máximo la ruta sudafricana, contribuyendo así, decisivamente, al declive comercial del Mediterráneo.
3. Castilla, un competidor que llega tarde
Mientras tanto, Castilla sólo había puesto el pie, en tiempos de Enrique III, en las Islas Afortunadas (las Canarias), sin consolidar la conquista. Los Reyes Católicos se instalarían ya en ellas y en Santa Cruz del Mar Pequeña.
Pero era evidente que habían llegado tarde. Los marinos andaluces, unidos a los genoveses, que habían competido individualmente con Portugal en el dominio de esta ruta, son desplazados de ella, muchas veces por la fuerza.
Sin embargo, Castilla, que había logrado la formación de una gran entidad política en la Península, y cuyos hombres estaban impulsados por la inercia de 8 siglos de reconquista, a punto de finalizar, estaba abocada a la expansión. Le empujaba a ello la potencia mercantil española montada sobre una situación geográfica privilegiada, la necesidad de metales preciosos en una época de crisis económica (las leyendas hablaban de fabulosos tesoros en África y Asia), la rivalidad con Portugal, al que veía engrandecido con las riquezas del comercio de Oriente. Y también una serie de móviles espirituales, que no hay que dejar de considerar: el móvil religioso, que impulsaba a seguir la lucha contra los musulmanes, y ahora contra los turcos. Las leyendas hablaban de un mítico reino cristiano del "Preste Juan", al otro lado del imperio turco con el que podrían establecer alianzas... Los castellanos deseaban conquistar nuevas tierras para sus reyes y para la fe cristiana. Hay, por otro lado, un caballeresco espíritu de aventura (como muestran las novelas de la época). Granada, y luego Italia, han producido un ejército de hidalgos dispuestos a luchar por la gloria y la fortuna... Hay que buscar nuevas tierras, hay que encontrar el oro y el triunfo (las leyendas hablan de "Tierras de Oro", "El Dorado", "las siete ciudades de Cíbola", países maravillosos y exóticos...).
Es en este momento cuando aparece un marino, pobre y desconocido, pero con un temperamento místico y ardiente que quiere proponer a los Reyes Católicos una empresa nueva: la llegada a los centros mercantiles de las Indias directamente atravesando el Atlántico. Era Cristóbal Colón.
Pero cuando los avances técnicos (brújula, astrolabio, carabela) permiten alejarse de la costa y emprender grandes periplos, y cuando los avances científicos (conocimiento de la redondez de la Tierra) permiten adivinar nuevas posibilidades, ningún país europeo estará mejor preparado que los ibéricos.
2. La expansión portuguesa
Desde fecha muy temprana los portugueses poseían las Madeira y las Azores. A mediados de siglo, han llegado ya al Sahara y a las costas de Guinea. El Príncipe D. Enrique el Navegante había fundado una escuela de navegación y cartografía en Sagres. Y en la segunda mitad del siglo su avance es decisivo. Exploradores como Dionís Díaz, Cadamosto, Gómez, Diego Cao... avanzan más y más hacia el sur. En 1488, el gran navegante Bartolomé Díaz dobla el Cabo de las Tormentas, que llamará de Nueva Esperanza. Y por fin, en 1498, Vasco de Gama arriba a Calicut, en la India. Sin embargo, el panorama iba a cambiar de forma casi simultánea. Seis años antes de que Vasco de Gama llegara a la India, un navegante (seguramente genovés) al servicio de Castilla, Cristóbal Colón, había arribado a las costas de América.
Los portugueses crean un formidable imperio mercantil formado por un rosario de bases costeras de tipo comercial, casi sin aparato militar terrestre. Pero su potente marina barre a cañonazos las frágiles naves musulmanas que comerciaban en el Índico, del que se hacen los dueños. Portugal se apodera de Ormuz y Adén y vitaliza al máximo la ruta sudafricana, contribuyendo así, decisivamente, al declive comercial del Mediterráneo.
3. Castilla, un competidor que llega tarde
Mientras tanto, Castilla sólo había puesto el pie, en tiempos de Enrique III, en las Islas Afortunadas (las Canarias), sin consolidar la conquista. Los Reyes Católicos se instalarían ya en ellas y en Santa Cruz del Mar Pequeña.
Pero era evidente que habían llegado tarde. Los marinos andaluces, unidos a los genoveses, que habían competido individualmente con Portugal en el dominio de esta ruta, son desplazados de ella, muchas veces por la fuerza.
Sin embargo, Castilla, que había logrado la formación de una gran entidad política en la Península, y cuyos hombres estaban impulsados por la inercia de 8 siglos de reconquista, a punto de finalizar, estaba abocada a la expansión. Le empujaba a ello la potencia mercantil española montada sobre una situación geográfica privilegiada, la necesidad de metales preciosos en una época de crisis económica (las leyendas hablaban de fabulosos tesoros en África y Asia), la rivalidad con Portugal, al que veía engrandecido con las riquezas del comercio de Oriente. Y también una serie de móviles espirituales, que no hay que dejar de considerar: el móvil religioso, que impulsaba a seguir la lucha contra los musulmanes, y ahora contra los turcos. Las leyendas hablaban de un mítico reino cristiano del "Preste Juan", al otro lado del imperio turco con el que podrían establecer alianzas... Los castellanos deseaban conquistar nuevas tierras para sus reyes y para la fe cristiana. Hay, por otro lado, un caballeresco espíritu de aventura (como muestran las novelas de la época). Granada, y luego Italia, han producido un ejército de hidalgos dispuestos a luchar por la gloria y la fortuna... Hay que buscar nuevas tierras, hay que encontrar el oro y el triunfo (las leyendas hablan de "Tierras de Oro", "El Dorado", "las siete ciudades de Cíbola", países maravillosos y exóticos...).
Es en este momento cuando aparece un marino, pobre y desconocido, pero con un temperamento místico y ardiente que quiere proponer a los Reyes Católicos una empresa nueva: la llegada a los centros mercantiles de las Indias directamente atravesando el Atlántico. Era Cristóbal Colón.
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