Las comunidades cristianas del siglo I al IV d.C.
La predicación de los Apóstoles y de sus continuadores actuó especialmente dentro de los núcleos urbanos del Imperio Romano. San Pablo creó ya importantes comunidades en Siria, Asia Menor y Grecia. La mitad oriental del Imperio Romano fue la región del mundo que antes se cristianizó y la que lo hizo con más intensidad. En la mitad occidental del Imperio se creó un núcleo muy antiguo en Roma, relacionado por la tradición con una estancia de San Pablo y San Pedro en la ciudad, y más lentamente se fueron creando comunidades en las ciudades de las zonas costeras del Mediterráneo. Éste es un fenómeno típico del cristianismo: su penetración en las ciudades, mientras que las zonas rurales quedaron durante muchos siglos fuera de su influencia.
Los grupos sociales que mejor acogieron el mensaje cristiano parece que fueron las gentes humildes de las ciudades: esclavos, libertos, pequeños artesanos; pero pronto la predicación atrajo también a gentes de clases superiores, incluidos algunos intelectuales.
Estas comunidades -llamadas iglesias, palabra griega que significa "asamblea"- estaban formadas por todos los cristianos de una misma ciudad, que se distinguían por:
a) La realización de ritos en común: oraciones, eucaristía, ritos del bautismo para entrar a formar parte de la comunidad...
b) La aceptación de un cierto sistema de valores bastante distinto del de la sociedad pagana: rechazo de costumbres demasiado crueles, moral sexual muy ascética, rechazo del sentido del lucro, ayuda a los demás hombres considerados como hermanos e iguales, pacifismo, rechazo de todos los ritos paganos, entre ellos el culto al emperador...
c) Posesión, en común, de cementerios (en general en forma de galerías subterráneas: catacumbas) y edificios destinados a la celebración del culto.
Estas comunidades solían estar dirigidas por algunos de sus miembros que se ocupaban de servicios administrativos (los diáconos) o de la predicción y dirección del culto (presbíteros y obispos). La costumbre impuso el hecho de que cada iglesia tuviera al frente un sólo obispo, cuya autoridad sobre todos los miembros de la comunidad se consideraba heredada de los apóstoles. El obispo de Roma, considerado como sucesor de San Pedro, fue aceptado por los demás como superior a ellos en jerarquía.
Los grupos sociales que mejor acogieron el mensaje cristiano parece que fueron las gentes humildes de las ciudades: esclavos, libertos, pequeños artesanos; pero pronto la predicación atrajo también a gentes de clases superiores, incluidos algunos intelectuales.
Estas comunidades -llamadas iglesias, palabra griega que significa "asamblea"- estaban formadas por todos los cristianos de una misma ciudad, que se distinguían por:
a) La realización de ritos en común: oraciones, eucaristía, ritos del bautismo para entrar a formar parte de la comunidad...
b) La aceptación de un cierto sistema de valores bastante distinto del de la sociedad pagana: rechazo de costumbres demasiado crueles, moral sexual muy ascética, rechazo del sentido del lucro, ayuda a los demás hombres considerados como hermanos e iguales, pacifismo, rechazo de todos los ritos paganos, entre ellos el culto al emperador...
c) Posesión, en común, de cementerios (en general en forma de galerías subterráneas: catacumbas) y edificios destinados a la celebración del culto.
Estas comunidades solían estar dirigidas por algunos de sus miembros que se ocupaban de servicios administrativos (los diáconos) o de la predicción y dirección del culto (presbíteros y obispos). La costumbre impuso el hecho de que cada iglesia tuviera al frente un sólo obispo, cuya autoridad sobre todos los miembros de la comunidad se consideraba heredada de los apóstoles. El obispo de Roma, considerado como sucesor de San Pedro, fue aceptado por los demás como superior a ellos en jerarquía.
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