Edad Moderna: Cambios políticos

1. La monarquía autoritaria

En los siglos XV y XVI surgió una nueva forma de Estado, la monarquía autoritaria, que rompía con la fragmentación del mundo feudal, en el que cada señor gobernaba su propio territorio. Esta nueva monarquía ejercía todo el poder, apoyándose en los siguientes elementos:

  • El dominio de un territorio unificado que intentaba extender aún más.

  • El sometimiento de la nobleza feudal.

  • Un ejército permanente con soldados profesionales. Hasta entonces, los ejércitos medievales eran formados por cada señor feudal, que reclutaba a sus vasallos en tiempo de guerra.

  • Unas mismas leyes para todo el territorio, a diferencia de lo que ocurría en la época feudal, y una única moneda para los intercambios comerciales.

  • Una administración muy organizada, con funcionarios que trabajaban para el Estado. Algunos de estos funcionarios, como los consejeros y secretarios, constituyen el origen de los futuros ministros.

  • La creación de la diplomacia, es decir, el establecimiento de relaciones con otros países para solucionar problemas sin llegar a las armas. Los acuerdos que se adoptaban se plasmaban en tratados, aunque éstos no siempre evitaron las guerras.

Los primeros estados de la Edad Moderna que contaron con este tipo de monarquía autoritaria fueron Portugal, Inglaterra, Francia y España.


2. La monarquía absoluta


Durante el siglo XVII se consolidaron los cambios políticos, sociales y económicos iniciados en la Edad Moderna. El poder de la monarquía autoritaria se reforzó en este siglo hasta desembocar en la monarquía absoluta, que se apoyaba en la idea de que el poder del rey procedía directamente de Dios y, por lo tanto, era incuestionable.

El XVII fue un siglo marcado por luchas políticas y religiosas, la principal de las cuales fue la Guerra de los Treinta Años, por la que España perdió su poderío en Europa y fue sustituida por Francia.

Francia se convirtió durante este siglo en el máximo ejemplo de monarquía absoluta. Los reyes Luis XIII y Luis XIV fortalecieron su autoridad, que se apoyaba en los siguientes pilares: un poderoso ejército, el aumento de los impuestos y el control de la economía, así como una fuerte administración.

Al rey Luis XIV se le atribuye la frase "El Estado soy yo", que resume esta nueva concepción de la monarquía.


El rey de Francia Luis XIV

En cambio, en Inglaterra, la monarquía absoluta se desmoronó. El rey Carlos I intentó gobernar de manera despótica sin contar con el Parlamento, lo que originó una revolución y una guerra civil que terminaron con la monarquía absoluta. Se estableció la monarquía parlamentaria, régimen que se caracteriza porque el Parlamento controla las acciones del rey y del Gobierno.  

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